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miércoles, 21 de mayo de 2014

MARIANO MELGAR

MARIANO MELGAR
Ya llegó el dulce momento / en que es feliz Arequipa.
Ya en mi suelo se disipa  /  el despotismo feroz;
ya se puede a boca llena /  gritar: que la Patria viva,
que la libertad reciba    /   que triunfe nuestra Nación

Mariano Melgar representa en la literatura de nuestro país al precursor del Romanticismo con acento mestizo; y marca el inicio de auténtica lírica peruana. En su obra literaria podemos apreciar dos momentos; en el primero, el espíritu neoclásico motiva sus producciones; escribe elogios utilizando los tercetos endecasílabos; se aprecia en ellos la influencia de las lecturas de Virgilio y Ovidio con un dulce y poético lamento.

Cerca del ancho mar, ya mi quebranto  / en lágrimas deshizo el triste pecho;
ya pené, ya gemí, ya lloré tanto...  /    ¿Para qué, pues, por verme satisfecho
vine a hacer más agudos mis dolores.   /  y a herir de nuevo el corazón deshecho?

Luego pasará de la elegía al yaraví, será el mismo aliento romántico angustiado, envuelto dentro de las formas quechuas con el lenguaje de antiguo harawi. Utiliza versos tetrasílabos de la poesía lírica quechua, combinando tetrasílabos con pentasílabos y trisílabos, resultando a veces yaravíes octosílabos y en otros heptasílabos.

Mi gloria fue en tiempo mi firmeza,   /   y hoy su inconstancia vil me hace pensar
Amor, Amor no quiero    /    que durará  mi esmero
fuera, fuera bajeza       /   no quiero más Amor.

En otros yaravíes intercala octasílabos (cuatro más cuatro) con trisílabos que rompen el ritmo con una fuerza melódica similar al lamento quechua.

Muerto, yo tú llorarás   /   el error de haber perdido
un alma fina;     /    y aun muerto sabrá vengarse
este mísero viviente   /    que hoy tiranizas.

EL YARAVI

Proviene del harawi, poesía o cantar en quechua que expresa el amor doliente; es decir, es el canto de la nostalgia, la congoja, el lamento del amor contrariado. El yaraví melgariano recoge esta temática para expresar el amor inconstante, el dolor por la ausencia de la amada, las tribulaciones del yo poético que con acento desgarrado manifiesta su angustia por el ser querido.
Mariano Melgar recoge la emoción indígena pero la reviste de nuevas formas en razón de su formación humanística, porque él no es indio sino criollo americano; en él renueva el acento popular. Mariano Melgar es el asimilador y culminador de todo un proceso que dará forma definitiva al yaraví. Su poesía se enlaza con una tradición e inicia otra, la del yaraví mestizo, en el que confluyen formas aprendidas de la lírica popular y la lírica culta.
Aproximadamente son diez los yaravíes que se conservan de Melgar, porque la mejor parte de su obra se ha perdido, pues su hermana Josefa la quemó a indicación del confesor, que la consideraba poco edificante, por sensual y escéptica. En la tradición popular existen muchos de sus poemas y en todos los lugares se repiten algunos de sus versos, pues Melgar representa el nacionalismo en la poesía romántica, y su amor por la tierra, sus raíces populares, sus ideales de libertad hacen de él un claro representante de la lírica mestiza, fusionando el sentimiento grecolatino con el lamento quechua.

A SILVIA

Toda la poesía amorosa de Melgar se desarrolla en torno al amor de una mujer, Silvia o María Santos Corrales, aunque no se sabe si Silvia conocía de este amor; el poeta soñaba con su amada y ella constituye el foco de su poesía. A manera de anécdota se sabe que el militar que condenó a muerte a Melgar se llamaba Manuel de Amat y fue quien se casó con Silvia (María Santos Corrales), en 1819, cuatro años después de la muerte del poeta. Naturalmente, ellos ignoraban este hecho.
 
Bien puede el mundo entero conjurarse
contra mi dulce amor y mi ternura,
y el odio infame y tiranía dura
de todo su rigor contra mi amarse.

Melgar fue un auténtico romántico en su vida y en su obra, aún mucho antes de que llegara el Romanticismo a nuestra patria. José Carlos Mariátegui sostiene que Melgar es el precursor del Romanticismo. También es la voz emancipadora. ES el primer romántico indigenista de la literatura peruana de todos los tiempos. Poeta mártir o poeta de un solo tema, Melgar quebró su vida en aras de la patria. Tejió una leyenda amorosa, vital y desencadenante, enlazada por el desafecto de Silvia, su musa atormentada, quien, acaso, lo volvió un poeta malquerido. La obra poética de Melgar se puede clasificar en poesía filosófica, cívica, laudatoria (que reúne ondas, elegías, sonetos, octavas, rimas, décimas glosas), fábulas, epigramas y traducciones.

OBRAS

Elegías   :                 Cinco dedicadas a su amor por Silvia.
Odas      :                 Al Conde de Vista Florida (composición a Baquíjano y Carrillo), Oda a la libertad, Oda a la soledad, Oda al dios del mar, Oda al sueño.
Sonetos  :                 A Silvia, La mujer.
Fábulas  : El cantero y el asno, Las abejas, Las cotorras y el zorro, Las aves domésticas. El asno cornudo.
Yaravíes                   :            Diez dedicados a Silvia
               Traducciones          :   Fragmentos de Las Geórgicas de Virgilio y, especialmente, Remedios de amor de Ovidio, que en la versión de Melgar se titula El arte de olvidar, impresa en Arequipa en 1833 y considerado hasta ahora como la mejor traducción del texto de Ovidio, quién también es autor de El arte de amar.

YARAVÍ
                  Vuelve que ya no puedo
Vivir sin tus cariños.
Vuelve mi palomita.
Vuelve a tu dulce nido.

Mira que hay cazadores
Que con afán maligno
Te pondrán en sus redes
Mortales atractivos;
Y cuando te hayan presa
Te darán cruel martirio:
No sea que te cacen,
Huye de tanto peligro.
Vuelve mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido
Ninguno ha de quererte
Como yo te he querido,
Te engañas si pretendes
Hallar amor más fino.
Habrá otros nidos de oro.
Pero no como el mío:
Por ti vertió mi pecho
Sus primeros gemidos,
Vuelve mi palomita
Vuelve a tu dulce nido.
Bien sabes que yo siempre
En tu amor embebido,
Jamás toqué tus plumas,
Ni ajé tu albor divino;
Si otro puede tocarlas
Y disipar su brillo,
Salva tu mejor prenda,
Ven al seguro asilo.
Vuelve, mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.
¿Por qué, dime, te alejas?
¿Por qué con odio impío
Dejas un dueño amante
Por buscar precipicios?
¿Así abandonar quieres
Tu asiento tan antiguo?
¿Con que así ha de quererte
El corazón herido?
Vuelve, mi palomita,
Vuelve a tu dulce nido.
No pienses que haya entrado
Aquí otro pajarillo:
No, palomita mía,
Nadie toca este sitio.
Tuyo es mi pecho entero
Tuyo es este albedrío;
Y por ti sola clamo
Con amantes suspiros.
Vuelve, mi palomita
Vuelve a tu dulce nido.


YARAVÍ
Todo mi afecto puse en una ingrata;
Y ella inconstante me llegó a olvidar.
Si así, si así se trata
Un afecto sincero,
Amor, amor, no quiero,
No quiero más amar.

Juramos ser yo suyo y ella mía:
Yo cumplí, y ella no se acordó mas.
Mayor, mayor falsía
Jamás hallar espero,
Amor, amor no quiero
No quiero más amar.

Mi gloria fue en un tiempo su firmeza;
Y hoy su inconstancia vil me hace penar.
Fuera, fuera bajeza
Que durara mi esmero,
Amor, amor no quiero,
No quiero más amar.


YARAVÍ
Yo procuraré olvidarte,
Y moriré bajo el peso
De mis desdichas;
Pero no pienses que el cielo
Deje de hacerte sentir
Sus justas iras

Muerto yo, tu llorarás
El error de haber perdido
Un alma fina;
Y aún muerto sabrá vengarse
Este mísero viviente
Que hoy tiranizas.

A todas horas mi sombra
Llenará de mil horrores
Tu fantasía;
Y acabará con tus gustos
El melancólico espectro
De mis cenizas.

LA MUJER

No nació la mujer para querida,
Por esquiva, por falsa y por mudable;
Y porqué es bella, débil, miserable,
No nació para ser aborrecida.

No nació para verse sometida,
Porque tiene carácter indomable;
Y pues prudencia en ella nunca es dable,
No nació para ser obedecida.

Porque es flaca no puede ser soltera,
Porque es infiel no puede ser casada,
Por mudable no es fácil que bien quiera.

Si no es, pues, para amar o ser amada,
Sola o casada, súbdita o primera,
La mujer no ha nacido para nada.